Origen de las 12 Uvas

El origen de las celebraciones en el mes de diciembre comienza con nuestros antepasados, quienes festejaban la llegada del solsticio de invierno. En esta época, cuando la luz es más brillante, la magia de la naturaleza indujo a las culturas a realizar rituales cargados de poder para invocar salud, prosperidad y protección para recibir al nuevo año.

Desde los inicios del Imperio Romano, enero estaba dedicado al dios bifronte Janus, que mira delante y detrás: al año que se va y al principio del que viene; por eso le representaban con dos rostros, uno barbudo y viejo y el otro jovencito. Los romanos invitaban a comer a los amigos y se intercambiaban miel con dátiles e higos para que pasara el sabor de las cosas y que el año que empezaba fuera dulce.

En la Edad Media la Iglesia trató de oponerse a las viejas costumbres, pero no consiguió extirpar la atmósfera disipada de la Noche de San Silvestre, que se mantuvo como la última fiesta pagana de las doce noches navideñas, que eran las comprendidas entre la Navidad y la Epifanía.

Esta festividad es hoy una exaltación de unidad familiar, donde las personas se reúnen para compartir en la mesa con un plato especial y practicar algún rito que conmemore la ocasión.

Uno de los más populares es el de comer doce uvas a las doce de la noche, si es posible una por campanada y pedir un deseo distinto en cada bocado.

La tradición española de tomar las doce uvas se remonta tan sólo a principios del siglo pasado. La implantación de esta costumbre no se debe a motivos religiosos o culturales, sino más bien a meros intereses económicos.

En la Nochevieja de 1909, unos viticultores catalanes, que habían tenido ese año una excelente cosecha, necesitaban desprenderse de un gran excedente de uvas y, en un esfuerzo desesperado de imaginación, consiguieron venderlas inventando el rito de tomar las uvas de la suerte en la última noche del año.

Los que practican una costumbre parecida son los portugueses, quienes toman en Nochevieja doce uvas pasas. Los franceses, por su parte, descorchan con las campanadas de medianoche la tradicional botella de champagne. Los italianos comen un buen plato de lentejas para llamar a la prosperidad en el año nuevo.

Existen muchos otros ritos para atraer la buena suerte en el amor, el dinero, la salud, el trabajo o los viajes en el año que comienza. Hay quienes los consideran meras supersticiones, mientras que otros creen ciegamente en su magia. Lo cierto es que estos rituales y creencias tienen como motivación la esperanza de tener una mejor vida al iniciar una nueva etapa, que le da un gran simbolismo de renovación al inicio de un año nuevo.


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